miércoles, 30 de noviembre de 2016

La peor pesadilla

Recuerdo los primeros veranos que disfrutaba con mi barco. Al principio por las noches no podía dormir, cualquier ruido me sobresaltaba y llegaba a levantarme a mitad noche a repasar si había alguna vía de agua. Cuando oía el rumor de la corriente contra el casco, pensaba que podía tener un hilillo de agua entrando por algún grifo de fondo. Esto es algo que siempre me ocurre, porque nunca podemos mantener el barco como nos gustaría, sino como las circunstancias o nuestro tiempo nos permite.

Equinoccio 3 - Swan 57

Pero hace poco leí un par de posts que me sobresaltaron. El primero fue el de la famosa pérdida de la tripulación del Cheeki Rafiki en el Atlántico. Sólo encontraron el casco invertido flotando sin la quilla. Ni rastro de los cuatro ocupantes. La investigación posterior sobre el trágico suceso del First 40 parecía indicar que había sufrido un varamiento que había afectado a la integridad de los refuerzos de la quilla. Las razones de este accidente no se pudieron informar mejor al hundirse la quilla en las profundidades. Pero en la zona del casco encontraron deslaminación entre los stringers (refuerzos) y el propio casco que no había sido correctamente reparado.
Cheeki Rafiki

La otra historia que realmente me sobrecogió fue la historia del Capitán Tormenta. Se trata de un navegante chileno que había dado la vuelta al mundo con sus padres en un barco de 40'. Cuando formó su propia familia decidió convertir su sueño de vivir en un barco en realidad junto a su mujer e hijo. 
Siempre le habían atraído las prestaciones y la belleza de los Swan y su mujer quería tener más espacio y comodidades como agua caliente y calefacción. Así que, tras informarse, se decidió por un Swan 57 clásico diseñado por Sparkman&Stephens en 1977 que estaba en Chicago (EEUU).
Es un barco precioso pese a contar con una historia negra ya que sus primeras unidades presentaron problemas estructurales. Se dice que este modelo fue el que acabó con la colaboración entre Nautor Swan y Sparkman&Stephens.


Nautor Swan 57

Así que se viajó a EEUU desde Chile en Mayo de 2013 para ver el barco. El vendedor le mostró un Informe del estado del barco (Survey) de marzo de ese mismo año que venía a decir que el barco era estructuralmente fuerte y estaba en muy buenas condiciones para su edad y servicio, con evidencias de un mantenimiento por encima de la media.
Como el barco estaba en el agua y se veía muy bien llegaron a un acuerdo firmando el contrato condicionado durante un mes a una inspección. Pero una nueva inspección completa le podría costar en torno a los 5.000,00 dólares y el travel lift de la marina estaba completamente reservado durante los meses venideros. Además por motivos de trabajo tenía que regresar a su país. También había trabado buena amistad con el vendedor y confió en él. Probablemente le pareció un gasto superfluo. 

A sugerencia del broker contrató el seguro con una firma especializada que aceptó además el Informe facilitado por el vendedor como prueba del estado y valor del barco.

Swan 57 en Youngstown Yacht Club

Dos semanas más tarde volvía a Chicago con su mujer y su hijo de seis meses, estableciendo el barco como su nueva residencia e iniciando el traslado a Chile. Fue un viaje épico. Inicialmente dos meses a través de los Grandes Lagos y el canal de Nueva York  hasta que llegaron a Newport (Rhode Island).

Ruta Grandes Lagos al Atlántico a través del Erie Canal

Allí el barco estuvo en dique seco durante 8 meses poniendo a punto cada sistema del barco, no en vano iba a ser el hogar de la familia. También cambiaron velas, jarcia firme y de labor, instalaron calefacción,... Tras la puesta a punto continuaron su viaje al sur junto a una tripulación de amigos veinteañeros. Enfilaron a Bermuda, pasaron el Caribe y se dirigían hacia Brasil en Junio de 2014. Pero cuando estaban a la altura de la Guayana Francesa le despertó un tripulante, Pepe, a las cuatro de la mañana. Estaban ciñendo, luchando con los Alisios, cuando la bomba de la sentina se puso a trabajar como una loca. Tras inspeccionar la zona de la sentina, encontraron unas grietas en el casco por donde entraba agua. ¡Horror! el viaje se les había terminado.

Newport a Trinidad y Tobago

Decidieron trasluchar y ponerse a favor del viento rumbo a Trinidad que se situaba a 560 millas al Noroeste. Tres días después llegaban a Trinidad y conseguían sacar el barco del agua.
Lo primero que constataron fue que se había caído un parche, parecía obvio que una reparación previa había fallado. El seguro envió un perito a la isla que inspeccionó a fondo el barco y les confirmó la suerte que habían tenido al detectar rápidamente la entrada de agua y haber cambiado el rumbo ya que de no haberlo hecho, hubieran durado un par de días antes de perder la quilla.

Grietas en la sentina

Volvieron a casa derrotados pero sintiéndose felices por estar vivos. Comenzaron a realizar llamadas. En primer lugar llamaron al anterior propietario que para su sorpresa les confirmó que sí, que había reparado el barco previamente a la venta y posteriormente al Informe. Se había comido una roca cuando navegaba lanzado a 7 nudos. De hecho la mañana que se vieron en Chicago fue cuando el barco volvía al agua por primera vez...
La siguiente llamada fue al broker que intermedió en la compra, pero resultó estar enfermo y le comentó que no recordaba nada de ese periodo.
Puesto que había aceptado el barco en el estado que estaba no podía demandar a nadie. Sólo esperaba que el seguro le echara un cable.
Tras dos meses recibió una carta del seguro explicándole que, según el informe del perito, la causa del accidente había sido una reparación en el casco de baja calidad que falló cuando el barco estaba navegando normalmente.
Confirmó que existían varias áreas donde las reparaciones habían acabado por crear grietas a través de la fibra de vidrio y problemas más serios relacionados con la separación de refuerzos y deslaminación de la fibra de vidrio que habían sido el origen de esta reparación. Por lo tanto no se trataba de un un defecto físico de los materiales o de la construcción original. Se trataba de un defecto de la ejecución de un trabajo de reparación y como tal no estaba incluido en la póliza. No le iban a ofrecer cobertura.
Concluían diciendo que estos fallos podían haber sido detectados por un inspector realizando un simple análisis con un martillo.
Asimismo tampoco le cubrían los gastos adicionales de estancia en la isla (gastos de vida) ya que provenían de un siniestro no cubierto por su póliza.
Por otra parte el broker finalmente contactó con ellos por escrito para decirles que él no tenía noticia del estado del barco, lamentaba su mala suerte y para terminar les recordó que podía haber hecho una inspección.
En este punto es cuando yo como lector me quedo anonadado. Menudo papelón, yo estaría empezando a llorar de rabia.
Quilla y timón desalineados

El  propietario decidió acometer la reparación del barco en Trinidad, contraviniendo las indicaciones del seguro que le "obligaba" a trasladar el barco a un centro oficial Swan en Europa o EEUU. Los problemas eran serios: se habían separado los refuerzos del casco, se había separado el casco de la base del mástil en la quilla y había una deslaminación total de la zona de la sentina.
Contactó con Lars Ström, que fue jefe de diseño de Nautor Swan durante treinta años, ahora retirado y encargado de proporcionar apoyo técnico a los antiguos Swan, apodado el profesor.
Con su asesoramiento decidieron desechar la zona de la sentina y tras hacer un molde del casco rehicieron la unión de la quilla y el casco dándole una nueva estructura de acuerdo a los estándares actuales europeos. Se trató de una reparación que ascendió a $180.000,00 para recuperar el barco.
Equinoccio 3 - Swan 57

Tras todas estas peripecias el barco consigue estar de nuevo a flote y hoy en día se dedica al chárter náutico en la zona de la Patagonia chilena.

Esta historia me recuerda un consejo que siempre te dan al comprar un barco. Hay que sacarlo fuera del agua e inspeccionar la quilla por si hubiera indicios de accidentes. Pero realmente es difícil, incluso para un profesional, detectar un fallo así en el caso de que el propietario quiera ocultarlo.
Desde luego, de haberlo detectado a tiempo, podría haber decidido comprar o no. Seguramente no hubiera pagado el precio que pagó. Si tienes un bolsillo muy grande probablemente no te afecte, pero desde luego el roto que te puede hacer un caso así es importante.
Por otra parte como propietario, también estás expuesto a sufrir una reparación defectuosa por parte de un astillero irresponsable. Lo bien cierto es que los barco se convierten en nuestros hogares durante los periodos que podemos disfrutar de ellos y si no realizamos un mantenimiento serio podemos estar poniendo en peligro la vida de nuestras familias o la de futuros compradores y eso no lo podremos arreglar a posteriori. 
Lo que hizo el Capitán Tormenta es llevar a la realidad un sueño compartido por mucha gente, pero se convirtió en una de las peores pesadillas. Aunque tuvo un final feliz.




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